Antes de irse a dormir, les tengo preparado unas leyendas, si las famosas leyendas que nunca falta en una ciudad, y mi hermosa Xalapa es una de ellas. Para las personas que piensan visitarnos o la gente que vive en esta ciudad, no duden en acercarse a un stand turístico y preguntar por el recorrido a los callejones empedrados y el trazo de sus calles que forma la belleza de la ciudad que se realiza durante las temporadas de vacaciones.
Preparense mis amigos lectores y salten del trampolín para sumergirse a una narracción -pst...pst... son de hechos imaginarios que hasta incluso se les considera reales.-
El
Callejón del Diamante
Desde
los tiempos de la colonia y hasta nuestros días, existe en Xalapa un callejón
estrecho y largo como serpiente. Tan angosto, que casi se tocan sus costados.
Todos lo llaman el Callejón del
Diamante.
Cuenta
la leyenda que en una de sus casonas vivía un matrimonio: ella, una criolla
hermosa, esbelta, blanca, garbosa y joven, de cabellera como el azabache,
labios rojos y mejillas sonrosadas. Sobresalían dos esmeraldas entre las largas
pestañas y unas cejas gruesas y pobladas, pues en la época de Xalapa de la
Feria, aún no se depilaban las jóvenes. Moralmente era un modelo de virtud y
ejemplo de esposa enamorada de su marido. Éste era un caballero español,
físicamente bien formado, que amaba a su dulce compañera con toda el alma. A
esto hay que agregar que gozaban de una desahogada posición económica.
Cuando
la pareja se prometió, él dio a su futura esposa un anillo con un hermoso
diamante negro. Éste era de lo más extraño y en el blanquisimo anular derecho
de la dama parecía un ojo diabólico. Esta piedra según cierta superstición,
"tiene la rara virtud de aumentar el amor del matrimonio y descubrir la
infidelidad de la esposa".
Cuando
la dama recibió la joya juró a su galán jamás separarse de ella... pero los
juramentos femeninos no siempre son muy firmes y durables.
El
recio ibero tenía un amigo, a quien consideraba como hermano. Un día que el
esposo salió de viaje ella fue a visitar al amigo y... sucedió lo inevitable.
Por razones que se ignoran, ella se quitó el anillo y lo dejó en el buró, junto
al lecho. Por motivos también desconocidos, el apresuramiento, la zozobra, la
dama olvidó la alhaja. A su regresó a Xalapa el esposo no se dirigió a su casa,
sino fue primero a la del amigo. Entró y lo encontró en su alcoba durmiendo la
siesta y, ¡oh sorpresa!, lo primero que vio en la mesilla de noche fue el
diamante negro de su esposa. Disimuladamente se apoderó de la joya y se dirigió
a su casa.
Llamó a
su bella compañera y al besarle la mano, comprobó que no lucía el anillo. Como
el destello del relámpago salió a lucir la daga de empuñadura de oro,
incrustada de rubíes, que se clavó en el pecho de la infiel. El caballero dejó
sobre el cadáver de la esposa el anillo del diamante negro y desapareció para
siempre.
La
gente de los alrededores, exclamaba: ¡Vamos a ver "el cadáver del
diamante"! Poco a poco la expresión cambió y solo decían ¡Vamos al Callejón del Diamante! Nombre que la
tradición ha mantenido a través del tiempo.
El Parque de los Berros
Ocurrió hace mucho tiempo que unos vecinos decidieron construir una capilla cerca del parque, con el fin de tener un sacerdote que los auxiliara religiosamente. Así, empezó a erigirse la ansiada capilla, y cuando estuvo terminada, los habitantes buscaron un párroco para que se encargara de atenderla.
Nunca se supo la causa por la que ningún cura quiso hacerse cargo de la capilla. Pasados varios meses, llegó un joven sacerdote, recién salido del seminario que ocupó el curato.
Entre los nuevos feligreses de la iglesia, había una niña como de doce años, quien se distinguía por su candorosa belleza. El religioso sintió simpatía y atracción por ella desde que la vio. Con el paso del tiempo ésta se convirtió para él en una obsesión y en un amor prohibido y desesperado.
Cuando la jovencita cumplió diecisiete años y su belleza se había acentuado aún más, se enamoró de un joven que acababa de llegar de la Vieja España, el cual también estaba muy enamorado de ella. Después de un breve noviazgo, decidieron casarse.
Carmen, que así se llamaba la muchacha, le dio la noticia a su confesor. Indignado, el cura y, sobre todo, cegado por los celos, intentó convencerla de que no realizara ese matrimonio, asegurándole que su novio era un aventurero y cazafortunas. Ella no le hizo caso al sacerdote, y los preparativos de la boda continuaron.
El hombre no se pudo contener y se abalanzó sobre ella con la finalidad de besarla. Después de una feroz lucha, él pudo dominarla y cometió el deplorable acto de la violación.
En esos momentos, cayó sobre Xalapa una terrible tormenta que, entre fuertes huracanadas, truenos y rayos, amenazaba con inundar la ciudad. El abominable acto concluyó con el asesinato de Carmen y el suicidio del cura en Los Berros
Cerca del Parque de los Berros, hay un callejón empedrado que los Xalapeños llamaban de la Calavera. Cuentan que allí vivia un matrimonio que se llevaba muy mal por el alcoholismo del marido.
Una noche, éste llegó como siempre borracho a su casa, donde lo esperaba enfurecida su mujer por ciertos rumores sobre su infidelidad. Cuando el esposo le pidió de cenar, ella lo atendió de mala gana y le dijo que mejor se fuera a dormir; incluso, salió a comprarle una botella de licor para que el hombre bebiera más y se durmiera pronto.
Al dar los primeros ronquidos, loca de celos, la mujer se fue al patio a buscar un hacha, regresando con la obsesión de cortarle la cabeza; efectivamente así lo hizo, quedando las cobijas tintas en sangre. Pensó:
"Ya pasaste de tus 'sueñitos' al sueño eterno."
Con frialdad, envolvió la cabeza en una manta y la guardó en un tenate con cal; después metió el canasto debajo de la cama, enterrando el cuerpo en medio de la pieza.
Como los vecinos no veían a la pareja, avisaron al propietario del patio que nadie salía del cuarto. Por lo tanto, dieron cuenta a la policía, quien después de una minuciosa revisión, encontró el tenate con el cráneo y el cuerpo sepultado, pero ya en estado de descomposición.
Este crimen motivó para que se conociera la calzada como Callejón de la Calavera.
Los Túneles de Xalapa
Curiosamente, a lo largo del tiempo, la ciudad ha pasado por varias etapas que han dejado huellas de su impacto en la capital veracruzana; una de ellas es una leyenda que aunque no modifica por completo el panorama urbano visible a primera vista, si lo ha hecho en la tradición oral a partir de principios del s. XX.
Existe la creencia que bajo la ciudad corren extensos túneles con una fría humedad en su interior que interconectan a toda la ciudad e incluso, que llevan hacia otras partes de la región. No se sabe con certeza si son amplios o estrechos, sin embargo, se cree que esta red laberíntica de túneles permitía conectar de manera "segura" a los habitantes en tiempos de revueltas o de inseguridad política.
Se cuenta entre los xalapeños que muchos parten de la Catedral, una iglesia que data del s. XVIII y que de esta misma salen a otros puntos del centro de la ciudad, como al Colegio Preparatorio de Xalapa, que se encuentra justo en la calle arriba de la Catedral; también se dice que están conectados con el "Parque Los Berros", un parque igualmente antiguo y tradicional de Xalapa, que por su kiosco emite un cierto aire de melancolía y misterio de otros tiempos. Se cuenta también que existe una entrada por el Parque de Los Tecajetes, cerca de la antigua jaula de los lobos (hace algunos años, "Los Tecajetes" eran además de parque, un zoológico); otra de las entradas se rumora que se encuentra en la escuela Pedro de Gante, a unas cuadras de la Catedral y que hasta los túneles llegan a la Normal Antigua y al Cerro del Macuiltépetl.
Pero... ¿Cuál fue el verdadero propósito de su construcción? ¿Cómo los construyeron? Poco se sabe realmente al respecto, a excepción de lo que la gente cuenta: algunos suponen que son tan antiguos que datan de la época prehispánica, pero otros piensan que más bien se hicieron durante la Colonia e incluso, que se construyeron en la época revolucionaria, pues algunos aventureros que se internaron, encontraron armas y objetos pertenecientes a esta época, lo que hace suponer que los usaron como escondites o para pasar mercancías y armas y escapar sin problemas.
Pero... ¿Cuál fue el verdadero propósito de su construcción? ¿Cómo los construyeron? Poco se sabe realmente al respecto, a excepción de lo que la gente cuenta: algunos suponen que son tan antiguos que datan de la época prehispánica, pero otros piensan que más bien se hicieron durante la Colonia e incluso, que se construyeron en la época revolucionaria, pues algunos aventureros que se internaron, encontraron armas y objetos pertenecientes a esta época, lo que hace suponer que los usaron como escondites o para pasar mercancías y armas y escapar sin problemas.
La tradición xalapeña reúne estas historias que se van pasando de generación en generación, y que aunque no se ha podido comprobar o explorar de todo el laberinto de los túneles xalapeños, ciertamente permanece como un elemento más de la historia y de la tradición popular, de esos relatos que adoramos contar y que nos hacen querer saber más de nuestras ciudades.
FUENTES:
FUENTES:
Leyendas de Xalapa. 2009. Por Edmundo Sanchez Tagle. Xalapa, Ver.
Leyendas de Xalapa (relatos y narraciones). 2007. Martín Cerón Cortés y Liliana Nafate Flores. Editorial LEEGA. Xalapa, Ver.
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